Buenas, ¿Cómo va todo?
Os escribimos principalmente para saludaros y contaros un poco como está
siendo la vuelta a la misión después de los días que pasamos en España.
La verdad es que este tiempo en España fue un regalo muy muy grande, ya que
pudimos disfrutar de la comunidad y esto nos ayuda a sentir que no estamos
solos en esta misión, que hay una comunidad detrás que nos sostiene. De verdad
que no son solo palabras, me encantaría poder expresarlo mejor, pero sentimos
la necesidad de compartir nuestra misión con la comunidad.
Durante nuestra estancia en España, vinieron también de vacaciones una
familia húngara que está también en la misión con nosotros. Fue impresionante
la acogida que les ofrecieron tanto nuestras familias como nuestra comunidad y
el resto de comunidades de la parroquia, y eso nos hace sentirnos agradecidos a
Dios y a estas personas porque sentimos al final que lo que nos une es un mismo
espíritu que nos hace "trabajar" en la misma misión.
En cuanto a nuestro "reencuentro" con la misión, la verdad es que
ha sido un paso del Señor. Los últimos días en España fueron un poco
complicados. El demonio ya sabe de que pie flaquea cada uno y empezó a trabajar
duro. Afectividades, precariedad económica, los hijos... me imagino que os
hacéis una idea. Para Daniel hijo, y un poco también para María, los
últimos días fueron duros también y eso es una de las cosas que más nos quema.
Pero por otra parte también fuimos sintiendo la fuerza de la oración y el día
de la partida estuvimos muy tranquilos y muy serenos (con pena y lágrimas pero
tranquilos). A María le dió más el bajón al llegar, pero poco a poco, al
segundo día, estaba ya contentísima de estar aquí y con ganas de empezar las
clases. El resto de niños, incluido Daniel, muy contentos de volver "a
nuestra casa", como decían ellos.
Para mí, Ana, ha sido un paso del Señor este tiempo, porque pasé unos días
muy malos en España y los primeros días de estar aquí, no tanto por la vuelta a
la misión como por no estar contenta con mi vida diaria, sobretodo con la
relación con mi marido. Viví unos días de cabreo permanente que me hacía ver
mal todo lo que mi marido me decía y hacía. Pero el Señor no me dejó y me
permitió rezar y rezar, pese a lo que el cuerpo me pedía y al final hablé con
Daniel y le dije cómo me sentía. No fue una conversación de reconciliación,
acabé más enfadada de lo que empecé, pero poco a poco la cosa se fue diluyendo
y cada día estaba mas contenta, y ahora me siento supermimada por Dios que me
regala esta misión y esta familia, y que me invita, como ya dije en la
convivencia, a vivir al día y mirándole a Él continuamente.
Yo, Daniel, acabé muy agradecido por lo vivido en España, y, aunque es
verdad que con la pena de las despedidas, también muy contento de volver a la
misión. He podido experimentar eso que dice tantas veces kiko de que hay que
cargar pilas en la comunidad de origen. Me ha venido muy bien. El Señor esta
vez me ha permitido estar contento con la misión (a diferencia de mi regreso en
Abril, donde lo veía todo más negro). Ahora me ha concedido estar tranquilo y
ver que el Señor me llama a estar aquí y estoy contento con la misión. En
este tiempo estoy viendo más que nunca que la conversion es de cada día y que
el demonio me puede robar la historia en un momento, sobretodo con los temas de
la relación con mi mujer (como ya ha dicho ella anteriormente), de la
precariedad económica, la dificultad del idioma... Pero en resumen, estoy muy
contento de ver como Dios actúa conmigo y con mi familia.
En cuanto al tema económico la situación actual es un poco (por suavizar)
precaria. En marzo el paro de Daniel se terminó pero, DM, a partir de este mes
recibiremos el subsidio por desempleo de 400 €. Como sabéis, Ana tenía
previsto renunciar al puesto de trabajo y que la despidieran para poder optar
al paro, pero la cosa se ha complicado un poco y habrá que esperar un tiempo
(aún no tenemos claro si tienen que ser 6 meses o 2 años porque cada vez la
cosa se complica más). Por tanto, ahora nos encontramos en una situación muy
precaria porque tenemos que pagar nuestra casa de Burriana (recordamos que está
en venta o en alquiler, por si conocéis a alguien), el alquiler y los gastos
del piso de aquí, y los gastos normales de una familia de ocho personas. A
pesar de esto, la verdad es que, en general, vivimos esta situación con mucha
paz. Dios no nos deja y yo digo que fama de moroso no tiene, más bien tiene
fama de pagar bien a sus trabajadores, así que seguro que a nosotros nos paga
también muy bien ¿no? Hasta hoy aun no nos ha faltado de nada, vivimos
disfrutando de lo que viene cada día, y, aunque es un punto en el que el
demonio lo tiene fácil, la verdad es que la oración nos ayuda mucho a vivir al
día.
Por otra parte, en este tiempo aquí aun no hemos hecho misión popular porque
tenemos que esperar a la convivencia de principio de curso (que la tenemos el
primer fin de semana de octubre), pero ya todos hemos vuelto de las vacaciones
y en esta semana vamos a celebrar, en las casas de las familias que en este
tiempo se han cambiado de casa a este distrito, dos eucaristías para
bendecirlas.
Los niños ya han empezado el cole y es un regalo ver que van contentos y que
poco a poco vamos comunicandonos mejor con las profesoras (en húngaro) y que
poco a poco vamos entendiendo más y más cosas. Es un regalo ver como el
Señor ayuda a los niños y esto nos confirma en la misión día a día.
En fin, vamos a despedirnos ya que al final se ha hecho esto un poco largo,
pero teníamos necesidad de contaros cómo estamos y de haceros partícipes de lo
que vuestros corresponsales en Budapest están viviendo. No hace falta
recordaros que necesitamos a diario de vuestras oraciones.
Un abrazo muy fuerte.
Unidos en la oración
La paz
Daniel, Ana, Daniel, María, Pablo, Andrés, Lucas y Miguel
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viernes, 20 de septiembre de 2013
Carta de familia en misión en Budapest
Publicado
10:00
Por
Misiones Segorbe-Castellón
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