Misionera sin salir de su
tierra. Así le llama D. Francisco Martín Hernández en su biografía “Historia de
una vida sin historia” Realmente Mª Teresa fue así, desde pequeña, a los 14 años
ya vivía ese espíritu misionero que le llevó a perdonar a quien había matado a
su padre, durante la guerra civil española y le anunció el mensaje de Jesús, de
tal forma que salió el preso mostrando un crucifijo y pidiendo perdón
públicamente a todos y de forma especial a Paquita, que era su nombre antes de
ser religiosa.
¿Qué decir de su estilo misionero en el Hospital de Villarreal y
después en el Hospital de la Magdalena de Castellón? Tenía locura por las
misiones, los misioneros. Rezar y hacer que se interesasen por ellos a todos
los que tenía a su alrededor. Mandarles a diario paquetes de ropa, medicinas,
sellos, libros, revistas, la hucha del negrito… Tal cosa no se había visto
nunca en el Sanatorio.
Su espíritu misionero lo tenía bien cimentado y así lo vivió allá donde
estaba. Podemos decir, escuchando a los testigos que vivieron con Mª Teresa,
que su vida fue una verdadera misión e hizo que los enfermos vivierán sus
dolores con esa dimensión de ofrecerlos por los misioneros de ahí “camas misioneras” como llamaba
ella a los que ofrecían su dolores
por las misiones. Así ayudaba a todos los enfermos y sanos a vivir cada día sus
dolores o sufrimientos por los misioneros.
Una llamada a cada uno de nosotros a vivir desde nuestra propia
realidad la voluntad de Dios y saber ofrecer con generosidad nuestros
dolores y alegrías por otras personas
que están dando su vida para extender el
mensaje de Jesús.
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