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jueves, 1 de octubre de 2020

¿Por qué santa Teresita es Patrona de las Misiones?

 


¿Por qué santa Teresita es Patrona de las Misiones?

 El 1 de octubre la Iglesia celebra la festividad de Santa Teresa del Niño Jesús. Esta santa normanda, que murió a los 24 años de edad y con 15 ingresó en el Carmelo de Lisieux, fue proclama por el Papa Pío XI Patrona Universal de la Misiones junto con San Francisco Javier.

¿Cómo es posible que una religiosa de clausura fuera proclamada Patrona de las Misiones?

Santa Teresita se define a sí misma como enamorada y esposa de Jesús. Durante toda su vida experimentó la fuerza sanante, liberadora y transformadora del Amor de Jesús. Comprendió la infinita Misericordia de Dios que nos da todo su Amor y nos salva por medio de la Encarnación, Pasión y Resurrección de Jesús con su presencia en la Eucaristía. Ante este Amor infinito de Jesús, Teresita quiere responderle entregándole totalmente su Amor: «Amor por Amor; sangre por sangre».

De la experiencia del Amor y Misericordia de Jesús, nace su pasión misionera: quiere que todo el mundo conozca y ame a Jesús y goce de las oleadas de «ternura infinita» que hay en su Corazón.

¿Cómo realizará esta misión? Con su oración, con su amor, con su sufrimiento y con sus pequeñas obras de amor. Haciendo todas las cosas por Amor, contribuirá a que éste circule por toda la Iglesia para que cada uno de sus miembros pueda vivir la reciprocidad de Amor con Jesús.

En una hermosa parábola sobre la comunión eclesial, Teresita explica de forma simbólica esta «misión». Ella se considera como una niña situada al pie del trono del Rey (Jesús) y de la Reina (la Iglesia) que arroja pétalos de flores ante estos tronos. Estos pétalos son las pequeñas obras de amor de cada día. Estos pétalos, explica, son «nadas», pero «nadas» que agradan a Jesús. Entonces la Iglesia celeste los recoge y los presenta a Jesús que, al tocarlos, adquieren un valor infinito y salvífico. Luego, esta Iglesia celeste, jugando con Teresita, los derrama como lluvia de pétalos sobre la Iglesia terrestre y sobre la Iglesia purgante para que lleguen pronto a la plenitud del amor, es decir, a la perfecta reciprocidad de Amor con Jesús. Con sus pequeñas obras de amor, los «pétalos» de Teresita circulan por toda la Iglesia fortaleciéndola en el Amor de Jesús.

Durante la tuberculosis que le llevará a la muerte, tendrá siempre presente a los misioneros: aunque apenas podía caminar, recorrerá algún trayecto del convento ofreciéndolo por algún misionero que estaría cansado en ese momento; aunque estaba convencida de que las medicinas y los remedios dolorosos que le aplicaban no le iban a curar, los aceptaba por algún misionero que tal vez no tuviese medicamentos con qué curarse.

Hoy, Santa Teresa de Lisieux, pasa su Cielo «haciendo el bien en la tierra»; ella sigue derramando su «lluvia de rosas» sobre nosotros para que nos acerquemos al Amor de Jesús y así vivamos nuestra fe en la práctica de las pequeñas obras de cada día, teniendo cada vez más un corazón universal y misionero.

 

Mossén Recaredo Salvador Centelles

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