Desde hace seis años Agustín Piquer y
Eva Sales con siete de sus hijos (los dos mayores están en el seminario en
Dallas e Israel) viven en la villa miseria de Agua Azul, uno de los 200
suburbios situados en las periferias de Buenos Aires, Argentina. Este año han
podido pasar las vacaciones en casa, y han aprovechado para encontrarse con el
Obispo, mons. Casimiro López Llorente, ya que son una de las familias en misión
que Segorbe-Castellón envía desde hace años a lugares de fundación de la
Iglesia.
Su trabajo, en colaboración con el
párroco de Ntra. Sra. de la Esperanza y otra familia consiste en la animación
de la pastoral de este barrio marcado por la precariedad y la violencia que
genera el tráfico de drogas. Explican que la situación de las familias locales
no difieren en mucho de las de aquí, pero que los enfrentamientos internos
suelen ser muy violentos a causa de la droga.
Al estar durante cinco años en el mismo
ambiente en el que ejercía parte de su ministerio el Cardenal Bergoglio,
reconocen en el mensaje del Papa Francisco las claves de su labor en Agua Azul:
“El eco fundamental que resuena es salir de la parroquia, y por eso
aprovechamos cualquier ocasión para ir por los callejones o “pasillos” de la
villa miseria a manifestar la fe. Esto nos empuja a seguir en la misión por la
evangelización, y salir en búsqueda de los pobres”.
Sin embargo, el corazón de su testimonio
pasa por “vivir en medio de esa realidad como familia cristiana, siendo uno más
con ellos y dando esperanza de que se puede vivir con Jesucristo una vida
nueva”. Agustín y Eva han ligado su vida y la de su familia a la misión, ya que
hace más quince años que dejaron su comunidad neocatecumenal de la parroquia de
la Trinidad en Castellón, para ir primero cinco años a Perú, seguidos de seis
en Rusia, antes de desembarcar en Argentina.
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